¿Cómo gestionar tus emociones?

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Las emociones influyen en todas las decisiones, así que ¿cómo podés gestionar y controlarlas mejor para actuar con total serenidad?

Las emociones influyen en todas las decisiones: ahora se le llama inteligencia emocional (IE). La IE se convirtió en una herramienta de gestión en 1995. Se crearon entonces medidas y pruebas como las del cociente intelectual (CI). Ser inteligente emocionalmente significa ser capaz de identificar y gestionar las propias emociones y las de los demás, y sobre todo de regularlas. Esta capacidad tiene un gran impacto en la salud, en el éxito profesional y en las relaciones sociales. Facilita la adaptación a las situaciones y la respuesta es satisfactoria.

En efecto, una serie de emociones primarias activan una zona específica del cerebro, identificada y demostrada hoy por los neurocientíficos: alegría, miedo, sorpresa, tristeza, asco, ira. Algunas emociones escapan al control racional. Por eso es tan difícil controlarlas en momentos de emoción intensa: ira, rabia, celos, etc.

Por lo tanto, admitir el propio enfado, entender el porqué, saber analizar y gestionar las emociones permite ser más eficaz en la vida cotidiana.

1. Identificá tus sentimientos

Estate atento a tus cambios neurofisiológicos. Por ejemplo, la ira aumenta el ritmo cardíaco y la respiración, mientras que la vergüenza y la culpa no lo hacen. El miedo aumenta la sudoración, la vergüenza pone la piel más colorada.

Evaluá la intensidad de tus emociones. Por ejemplo, el enfado puede convertirse en ira y luego en rabia, el miedo en pánico. Cuanto más intensa es la emoción, más difícil es regularla y controlarla. Para identificar una emoción en otra persona, hay que descifrar su expresión facial, sus gestos, su postura y su tono de voz.

2. Identificá los desencadenantes

En primer lugar, debemos intentar comprender el origen de esta emoción. Hay desencadenantes externos: peligro físico, fracaso, comentarios hirientes, pérdida de un ser querido, etc. Y hay desencadenantes internos: pensamientos, creencias, estado fisiológico.

El reconocimiento de los factores desencadenantes puede prevenir la aparición de una emoción paralizante.

3. Expresate para aclarar las cosas

Una vez que hayas identificado y comprendido tus emociones, es mejor expresarlas verbalmente que por escrito. Esto puede aclarar una situación ambigua.

4. Aceptar tus emociones como si fueran una fuerza

Una emoción es un mensaje que hay que escuchar. Así, las emociones representan un lenguaje sutil del inconsciente: conviene reflexionar sobre ello y pensar en actuar de otra manera.

5. Regulá el estado de ánimo mediante la acción: encontrar una alternativa

Regular las emociones es beneficioso si éstas no se adaptan a la situación, por ejemplo:

El miedo a un manager: hablá con un amigo.
Los nervios antes de una reunión: podés hacer respiraciones profundas para bajar la respiración y el ritmo cardíaco.
Ganas de golpear la mesa para expresar su ira: Imaginate haciéndolo, puede calmarte.

6. Activá tu discurso interior

Activar tu voz interior te ayuda a regular tus emociones: «Si estoy alterado durante la reunión, podría perderme algo importante». Sin embargo, tené cuidado con no neutralizar permanentemente tu expresión emocional: según los especialistas, esto puede conducir a un descenso del bienestar en el trabajo.

Por último, hay que evitar tomar una decisión importante bajo la influencia de emociones fuertes, ya sean negativas o positivas. La razón se inhibe y es aconsejable tomarse el tiempo necesario para dar un paso atrás.

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Fuente: https://gladiacteur.com/gerer-ses-emotions/

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