Soy un jefe demasiado «cool» (relajado)

Agradable, comprensivo, humano, tranquilo… usted está considerado como un “caramelo” por sus colaboradores. Pero algunos pueden abusar de esta situación. Consejos de Valérie Rocoplan, fundadora de Talentis y coach para Ejecutivos, para ganar en firmeza sin perder autenticidad.

Buenas noticias, el gerente amable, atento, paciente, estaría en sintonía con los tiempos, popular entre los equipos y los recursos humanos. El valor de «bondad», que contribuye al bienestar en el trabajo va en aumento. Pero un Jefe, tan relajado como es, sin embargo, tiene que aprender a mostrar los dientes y a defender su territorio. Cinco perfiles analizados con una lupa y sus consejos correspondientes.

1. Me mato para los demás

Su motor es complacer a todo el mundo. Se matan para ayudar a cualquier persona en cualquier momento. Puerta de la oficina abierta permanentemente, usted da consejos, hace en lugar del otro, ayuda, resuelve dificultades, soluciona las dudas, escucha las preocupaciones personales y las chimentos… En fin, muy disponible, coqueteando con el amiguismo, se olvida de aislarse para avanzar con los temas importantes, reflexionar en la estrategia y alimentarse de asuntos variados dentro o fuera de la empresa.

Las desventajas: la infantilización de los subordinados; la abolición de la distancia necesaria debido a la jerarquía; el abuso de su tiempo por los «aprovechadores».

La solución: aceptar ser impopular a veces diciendo «no»; contener sus emociones y su compasión; hacerse la pregunta de su verdadero valor agregado (establecer metas, organizar, informar y motivar, evaluar, formar).

2. La indolencia está en mi naturaleza

Usted es “Zen” en todas las circunstancias, hace frente a las emergencias y a los temas candentes sin entrar en pánico. Su flema es suficiente para apaciguar el ambiente eléctrico en el equipo. Su perspectiva sobre los eventos puede detectar peligros potenciales, sacarle dramatismo a las situaciones complicadas. Al equipo le encanta trabajar con usted. Sin embargo, desconcierta en las gerencias altas. Se preguntan: «¿Es indiferente por su actitud? Se le debe inculcar una dosis de estrés?»

Las desventajas: puede aparecer como desconectado o «no me importa» a los ojos de los n+1, +2, +3… que aprecian las personalidades aparentemente más comprometidas.

La solución: hacer visibles las prioridades y los proyectos que movilizan su energía; decir en voz alta que se entienden los desafíos.

3. Solo estoy cómodo si estoy relajado

Llevo unos Jean y remera, palmadas en la espalda, tuteo fácilmente, hasta pongo los pies sobre el escritorio… Si no se encuentra en un entorno creativo, en E-bay o Google por ejemplo, va a crear un malestar seguro. Por supuesto, su estilo puede generar una proximidad que facilita los intercambios. Sin embargo, el uso de «chabón» o «Che» puede bloquear a los colaboradores. Sobre todo cuando acaba de ser ascendido.

Las desventajas: perder credibilidad; generar tensiones dentro del equipo y más allá.

La solución: controlar su vocabulario y adaptar su estilo a la cultura de la empresa, pero sin negarse a sí mismo (permitirse usar colores, estilo de ropa sportswear elegante, palabras amables…)

4. Celebro y aplico la tolerancia

Usted no responde a las reiteradas demoras, aproximaciones, errores, pequeñas escaramuzas en el equipo… Detesta controlar como un policía. Lo que le interesa es responsabilizar a cada uno en su puesto, lo que le permite experimentar y crecer. El peligro es el descontrol del cumplimiento de los horarios, de las pausas que se alargan, de la presentación de informes descuidados. Los resultados en términos de tiempo y de calidad pueden disminuir. Los buenos “alumnos” se quejan de que los vagos y cara duras salen bien parados casi siempre.

Las desventajas: ser acusado de laxitud y convertirse en reacción como híper-rígido; crear inequidad

La solución: preguntarse “estoy justo?”; fijar de manera colectiva reglas de vida en la entidad (puntualidad, autoayuda, controles, etc.); recordar los límites luego intervenir y mediar.

5. No me gusta hacer olas

En reunión de servicio o entre compañeros del mismo nivel, mientras se escuchan los argumentos de unos y otros, cada uno buscando promover sus puntos de vista, muchas veces usted tiene la misma opinión que el último que hablo. Usted prefiere el consenso, más fácil para desempeñarse y generador de eficiencia en las zonas de comodidad de cada uno. Sin embargo, sin ser engañado o ingenuo, se deja dominar, ser empujado por los otros o acepta ir en contra de sus ideas.

Las desventajas: parecer demasiado blando y sin fuerza; crear la parálisis del grupo por no haber decidido o tomado una decisión.

La solución: aceptar atreverse a admitir sus propias convicciones y expresarlas; sostenerlas habiendo preparado sólidos argumentos; aceptar la confrontación constructiva; Aprender a impugnar una decisión de los demás.

Por María Magdalena Seve, publicado el 02/06/2014 en Lexpress.fr/rh-management

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